22 de junio de 2011

Dinoficha: Nanotyrannus lancensis

Nanotyrannus



Localización: Norteamérica
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Tiranosáurido
Significado del nombre: “Tirano Diminuto”
Tamaño: 5.5 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características:
El Nanotyrannus es un dinosaurio muy peculiar dentro de la familia de los tiranosáuridos. Como cualquier otro miembro del grupo, posee un cráneo profundo y cuadriforme, fuertes mandíbulas equipadas con dientes afilados y curvados hacia atrás, brazos cortos, compuestos sólo por dos dedos y patas traseras considerablemente fuertes. Sin embargo, algo lo distingue de sus parientes. El Nanotyrannus es el tiranosáurido más pequeño conocido, midiendo sólo cinco metros y medio de longitud y dos metros de altura (3 veces más pequeño que el T-rex). Esta característica ha levantando varias polémicas entre los paleontólogos, incluso sobre su existencia como especie. Dado que los únicos fósiles de Nanotyrannus encontrados hasta ahora pertenecen a animales considerablemente pequeños, hay un gran debate sobre si es realmente una especie individual o un ejemplar juvenil de otra especie, como el T-rex. Su cráneo mide aproximadamente, 60 centímetros de largo, sus mandíbulas parecen ser menos robustas que las de otros tiranosaurios y parece contar con una cantidad de 66 dientes, el mayor número de dientes visto en cualquier tiranosáurido conocido. Este inusual animal pesaba una tonelada (siendo así, el más liviano de su familia) y a diferencia de otros tiranosáuridos avanzados, poseía una contextura levemente ligera, además de patas traseras considerablemente largas. No obstante, hay quien piensa que estas características son comunes en los especímenes jóvenes de cualquier dinosaurio y que forman parte del proceso de crecimiento del animal.

Descubrimiento y Hallazgos:
El primer fósil de Nanotyrannus descubierto fue un cráneo encontrado en 1942 por Charles W. Gilmore, el cual posteriormente, en 1946 fue descrito como un ejemplar joven de Gorgosaurio, permaneciendo intangible al estudio científico durante unos 42 años, hasta que en 1988, los paleontólogos Robert T. Bakker, Philip J. Currie, y Michael Williams determinaron que este espécimen era algo completamente diferente a un Gorgosaurio, deduciendo que los huesos del cráneo estaban fundidos, una característica común entre los ejemplares adultos de la familia tiranosauridae. Además, el fósil parecía pertenecer a una época posterior al Gorgosaurio, siendo contemporáneo al T-rex. De esta forma, el cráneo fue asignado a un nuevo género, al que se le dio el nombre de Nanotyrannus debido al tamaño del espécimen con relación a otros miembros de su familia. El cráneo se exhibe actualmente en el Museo de Historia Natural de Cleverland bajo la tutela de Michael Williams.
Posteriormente, en el año 2001, Carol Tuck y Bill Harrison, liderados por Michael Henderson, desenterraron en el estado de Montana otro espécimen más completo de Nanotyrannus, el que recibió el apodo de “Jane”, en honor a Jane Solem, benefactora del Museo de Historia Natural de Burpee en Rockford, Illinois, donde se exhibe actualmente el ejemplar. Este ejemplar representa el mejor preservado cráneo de Nanotyrannus jamás encontrado.

¿Tiranosaurio rex Joven o Réplica a Escala?
Desde su descubrimiento, el Nanotyrannus ha resultado ser uno de los dinosaurios más enigmáticos para la paleontología. El misterio más intrigante de este terópodo es su propia existencia como especie. Mientras algunos piensan que este dinosaurio pudo haber pertenecido a un género propio, otros insisten en que éste era simplemente un joven T-rex o tal vez, un ejemplar juvenil de algún tiranosaurio desconocido. Esta polémica lleva discutiéndose durante años y dado que los ejemplares de Nanotyrannus muestran tantas semejanzas como diferencias al compararse con los especímenes de T-rex adultos, cada vez es más intensa. Al igual que su contemporáneo, el Tiranosaurio rex, el Nanotyrannus posee un cráneo cuadriforme y profundo, surcado por varias ventanas craneales que lo hacen más liviano, sus fosas nasales son bastante grandes, igual que las de un T-rex adulto. Además, presenta los mismos brazos pequeños de su pariente mayor. No obstante, también presenta diferencias radicales, incluyendo la cantidad de dientes y la forma de éstos. En la mandíbula del Nanotyrannus se puede encontrar una cantidad de hasta 62 dientes, mientras que en la del T-rex generalmente se aprecian menos de 60 (el Nanotyrannus tiene más dientes, presentando hasta 15 en cada lado de la mandíbula superior y 16 en cada lado de la inferior). Además, éstos difieren en forma a los de un ejemplar adulto de Tiranosaurio, los cuales son considerablemente largos y sumamente anchos, adoptando forma de banana, lo que los hace ideales incluso para triturar huesos. Los dientes del Nanotyrannus, en cambio, son más pequeños, cortos y estrechos, más adaptados para desgarrar carne. Otra prueba que sustenta la teoría de que este pequeño tiranosáurido haya formado parte de un género propio es la forma de su cerebro, el cual también difiere en gran manera del de un T-rex adulto. Todo esto se conoce gracias a varios estudios que se han realizado utilizando diferentes técnicas para intentar resolver este debate. Sin embargo, cada uno muestra resultados diferentes. El más detallado hasta ahora fue llevado a cabo por los anatomistas Lawrence Witmer y Ryan Ridgely. Éste reveló que algunas características del cráneo del espécimen apodado “Jane” son difíciles de atribuir a la juventud (ontogenia), proporcionando pruebas de que este ejemplar haya sido un animal adulto o casi adulto y aumentando las posibilidades de que “Nanotyrannus” haya sido un género válido. No obstante, esto no resuelve la controversia. Otros estudios han proporcionado pruebas de que la mayoría de las características distintivas vistas en “Jane” se deben simplemente a cambios ocurridos durante el crecimiento del animal. Por ejemplo, se cree que la cantidad y la forma de los dientes vista en las mandíbulas del Nanotyrannus difiere de la del T-rex debido a la posibilidad de que el Tiranosaurio perdía dientes durante su crecimiento y la forma de éstos cambiaba de igual manera como medio de adaptación para el tipo de alimentación que llevaría el animal cuando estuviera completando su desarrollo. Sin embargo, a pesar del gran debate que ha tenido lugar desde finales del Siglo XX, el Nanotyrannus representa, hasta el día presente, un género válido.

Hábitat:
El Nanotyrannus vivió desde hace 70 millones de años, a finales del Cretáceo hasta hace 65 millones de años, en Norteamérica. Se piensa que para entonces, éste era un lugar frondoso que gozaba de un clima subtropical. Hay evidencia de que este hábitat estaba compuesto por inmensos bosques, abundantes en coníferas, helechos, cicadáceas y otras plantas. Probablemente, este entorno también constaba de zonas montañosas y extensas praderas, alimentadas por cuerpos de agua dulce. Estos vastos terrenos subtropicales ocupaban casi toda la zona oeste y gran parte de la zona central de Norteamérica. Aquí el Nanotyrannus coexistía con grandes herbívoros, incluyendo akylosaurios, ceratopsianos y hadrosaurios y también con criaturas más pequeñas, como troodóntidos y ornithomimusaurios, los cuales le pudieron proporcionar alimento. No obstante, es de considerar que de ser una especie válida, el Nanotyrannus podría igualmente ser presa de otros depredadores, como el Tiranosaurio, por lo que además de cazar, debía cuidarse de ser cazado. Por esta razón, algunos especulan que este terópodo debió concentrarse en zonas de caza diferentes a la de su primo mayor, como por ejemplo, en las partes más densas del bosque o aquellas áreas casi inaccesibles para un depredador de gran tamaño, pero viables para un ágil carnívoro de menos de seis metros. En esos territorios espesos, se valdría de presas de menor tamaño que coexistieran en la misma zona y posiblemente competiría contra otros terópodos pequeños y ágiles, como los dromeosáuridos.

Comportamiento:
Dado que es poca la evidencia fósil que se ha podido recuperar de este peculiar tiranosaurio, se desconocen muchos rasgos de su comportamiento. Algunos piensan que de tratarse de una especie diferente al T-rex, el Nanotyrannus se hubiese comportado de forma similar, aunque hubiese diferido en el tipo de presas que cazaba y por supuesto, en la forma en que convivía con su entorno. Posiblemente, el Nanotyrannus se concentraba en presas más pequeñas y ágiles que las del Tiranosaurio rex, las cuales eran más comunes en las zonas densas, tales como ornithomimusaurios y troodóntidos y quizá depredara también en miembros jóvenes de otras especies más grandes, incluyendo al mismo T-rex. De igual manera, es posible que el Nanotyrannus se arriesgara a introducirse en los terrenos más amplios cuando el alimento escaseaba en sus zonas de caza. Hay también quienes opinan que este tiranosáurido pequeño se juntara en grupos pequeños de hasta quizá unos siete individuos para dar caza a presas más grandes, como hadrosaurios o ceratopsianos.

Dinoficha: Therizinosaurio cheloniformis

Therizinosaurio



Localización: Asia
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Therizinosáuridos
Significado del nombre: “Lagarto Guadaña”
Tamaño: 8 a 12 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Herbívoro (no completamente confirmado)

Características:
El Therizinosaurio se destaca por ser uno de los dinosaurios más extraños de los que se tenga conocimiento. La mayor parte de su fisiología es casi desconocida debido al poco material fósil que se ha encontrado. La única evidencia que se tiene de este animal es un brazo de 2.45 metros de largo en el que se aprecian unas enormes garras de 70 centímetros, varios fragmentos de dientes, algunos fósiles incompletos de las patas traseras que incluyen cuatro largos dedos semejantes a los de un ave y parte del tórax de la criatura. Aún así, los paleontólogos pueden imaginar el resto de su apariencia al comparar los pocos fósiles encontrados con los de otros dinosaurios que muy probablemente pertenecen a su misma familia. Gracias a estos restos, los expertos describen al Therizinosaurio con una apariencia poco común entre los terópodos. Ésta consiste en un cuello largo, una cabeza pequeña y una constitución bastante robusta. Este tipo de características son comúnmente vistas en dinosaurios herbívoros pero al unirse con los fósiles encontrados, se obtiene una criatura de un aspecto muy singular. Sin embargo, gran parte de los científicos coinciden en que este fue un terópodo herbívoro, al igual que muchos ornithomimusáuridos y que usaba su largo cuello y brazos para alcanzar la vegetación y llevarla a su boca, en la cual se cree que poseía un pico que pudo haberle ayudado a arrancar hasta las ramas más duras, además de que sus dientes tenían forma de hoja, una característica ideal para moler la vegetación, su cabeza pequeña lo hacía más ágil y no le daba demasiado peso al largo cuello, y su constitución robusta se debía a que poseía un enorme estómago que funcionaba como una enorme cámara de fermentación para toda la vegetación que el dinosaurio ingería. Teniendo en cuenta el tamaño de los fósiles encontrados, los expertos deducen que el Therizinosaurio pudo llegar a medir entre 8 y 12 metros de longitud y pesar hasta 6 toneladas, convirtiéndolo en el terópodo probablemente herbívoro más grande que se haya descubierto hasta el día presente.

Descubrimiento y Hallazgos:
Los primeros restos de Therizinosaurio fueron encontrados en 1948. Éstos consistían en varias garras tan impresionantes, que sus descubridores pensaron que se trataba de las costillas de una tortuga gigante. Y así se supuso hasta principios de los años 50 cuando se encontraron otros huesos que incluían dientes, brazos incompletos, una garra más completa y restos escasos de las patas traseras, entre los cuales se encontraban huesos de forma tetradáctila. Fue entonces cuando se descubrió que los fósiles encontrados en la década anterior pertenecían en realidad, a un dinosaurio. Casi a mediados de la década, en 1954, los restos recibieron el nombre de Therizinosaurio cheloniformis, literalmente, “Lagarto Guadaña con forma de Tortuga” por el paleontólogo Evgenii Aleksandrovich Maleev. Pero tan pronto un problema termina, otro sale a flote. Este era un espécimen nunca antes visto en la historia de la paleontología, por lo que su clasificación no estuvo clara y continuó siendo objeto de debates durante muchos años. No fue hasta principios la década de 1990, cuando se descubrió que este extraño reptil bípedo era un dinosaurio terópodo. No obstante, el resto de la taxonomía del animal era aún un misterio debido a que poseía un gran número de características nunca vistas en ningún terópodo conocido hasta entonces, por lo que fue atribuido a una nueva familia a la que se le dio en nombre de “therizinosáuridos”. Todos los fósiles de Therizinosaurio, desde la primera garra hasta los restos más distintivos provienen de la región mongola conocida como el Desierto Gobi y la búsqueda de restos de este terópodo en este lugar aún continúa.

Brazos y Garras Gigantes:
La mayor parte de los terópodos poseía patas delanteras cortas y garras moderadamente grandes pero el Therizinosaurio ha roto el récord en cuanto a brazos y garras se refiere. Los brazos del Therizinosaurio podían medir hasta tres metros y más sorprendente aún, sus garras medían casi un cuarto de la longitud de los mismos. Se sabe que los huesos de los brazos eran muy macizos, por lo que su musculatura debió haberlo sido aún más. Es probable también que los músculos de los hombros fueran bastante numerosos y sumamente fuertes. Pero sin duda, lo más impactante eran sus garras. Cada una tenía forma de guadaña, eran levemente curvas y notablemente finas. La del primer dedo parecía ser la más larga. Llegaba a medir unos 70 centímetros de largo, pero las otras dos no eran tan diferentes en longitud. El uso que el dinosaurio daba a estas garras es un misterio. Muchos creen que pudieron haber servido para excavar termiteros o rasguñar la corteza de los árboles en busca de insectos. Sin embargo, la mayoría de los paleontólogos sostienen que la función principal de estas garras era arrancar y atraer las hojas de ramas altas hacia su boca. No obstante, muchos coinciden en que estas garras pudieron haber servido al animal como defensa y que pudo haberlas utilizado para arremeter contra carnívoros de gran tamaño como el Tarbosaurio si se sentía amenazado.

Relativos y Fisiología:
La fisiología del Therizinosaurio es parcialmente desconocida. Sin embargo, los restos encontrados hasta el momento datan de una apariencia peculiar, consistente en una cabeza pequeña, un cuello largo, un estómago enorme y una postura casi vertical. Además, los fósiles de dinosaurios similares también han ayudado a los expertos a deducir cómo era este terópodo. Entre estos, se encuentran los restos de un cráneo bien conservado de Erlikosaurio. Este terópodo, también asignado a la familia de los therizinosáuridos, muestra una cabeza pequeña, una dentadura en forma de hoja, parecida a la del Therizinosaurio, y un pico que posiblemente utilizaba para arrancar plantas, dando a conocer que el grupo al que pertenecieron estos terópodos haya sido herbívoro. Por otra parte, el cuello largo es una característica vista en los fósiles de otro therizinosáurido llamado Segnosaurio y las patas traseras cortas y postura levemente vertical es un rasgo visto en otro miembro del grupo conocido como Nanshiungosaurio. Es probable que todos los therizinosáuridos compartieran estas características pero el Therizinosaurio es hasta ahora el más extraño y misterioso que se haya conocido.

Hábitat:
El Therizinosaurio vivió desde hace 70 a 65 millones de años en la región del Desierto Gobi, en Mongolia. Durante esta época, este desierto no era muy diferente a la actualidad. Contaba con amplias zonas áridas, abundantes en dunas de arena y poco frondosas. Sin embargo, la ubicación geográfica, a pesar de no ser tan diferente a la actual, hacía que Mongolia colindara con Norteamérica por el Noreste, por lo que tendría mayores posibilidades de precipitación, además de disfrutar de un mayor acercamiento al océano, dado que cierta parte del oeste del continente asiático aún no estaba formada, lo que le permitía gozar de una pequeña diversidad de climas. Esto permitía la formación de varios oasis por cortos períodos anuales. También era común encontrar sabanas que crecían entre las dunas de arena, las cuales producían zonas exuberantes durante ciertos períodos de tiempo con la formación de éstos. Es probable que el Therizinosaurio permaneciera en las sabanas alimentándose de la vegetación resistente a la sequía hasta que la precipitación se acumulara en otras zonas y formara nuevos oasis, lo que obligaría a este dinosaurio a migrar hacia otras áreas que proporcionaran alimento para el mismo, permaneciendo cerca las zonas más húmedas y exuberantes. No obstante, también hay quien sostiene la posibilidad de que algunas zonas permanecieran frondosas durante todo el año y que el Therizinosaurio permanecía en éstas hasta que el alimento escaseara. Algunos piensan que estas zonas pudieron haberse ocupado por bosques o sabanas alimentadas por cuerpos de agua estacionarios.

Comportamiento:
Debido al escaso material fósil es muy poco el conocimiento que se tiene sobre el posible comportamiento del Therizinosaurio. Muchos científicos creen que este dinosaurio vivía en grupos para proteger a los jóvenes y garantizar su supervivencia en ese clima árido y repleto de depredadores. Algunos expertos sugieren que el Therizinosaurio pudo haber sido un animal migratorio que se movilizaba de un lugar a otro, siempre bordeando los posibles oasis o los lugares más abundantes en vegetación, en busca de alimento y agua.

Dinoficha: Acrocanthosaurio atokensis

Acrocanthosaurio



Localización: Norteamérica
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Carcarodontosáuriodo (no completamente confirmado)
Significado del nombre: “Lagarto de Espinas Altas”
Tamaño: 10 a 11.5 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características:
El Acrocanthosaurio es el mayor dinosaurio carnívoro que habitó Norteamérica durante el Cretáceo medio, hace 115 millones de años. Este terópodo se caracteriza por poseer una elevación vertebral muy poco común en dinosaurios similares. Dicha elevación se extiende desde la parte superior del cuello hasta el final de la cola y hacía que las vértebras del animal se elevaran unas dos veces y media la altura promedio que pudieron tener las mismas. Este enorme carnívoro poseía un cráneo alargado, estrecho y poco profundo, con una forma muy peculiar entre otros terópodos. La fosa anteorbital vista en el cráneo del Acrocanthosaurio cubre más de un cuarto de la longitud craneal, lo que reducía relevantemente el peso de su cabeza, dándole mayor agilidad. Los dientes de esta criatura se diferencian de los del Carcharodontosaurio dado que carecen de la particular textura rugosa de la mayoría de los carcarodontosáuridos, además de que parecen variar de forma y tamaño, dependiendo de la zona dentaria donde estén ubicados. Un estudio llevado a cabo hace unos años dio a conocer que quizá debido a su dieta, el Acrocanthosaurio poseía un nivel bacterial muy alto en su boca, característica vista en algunos animales como el dragón de Komodo. Es posible que esta adaptación le hubiese permitido al Acrocanthosaurio infectar peligrosamente a sus presas al morderlas, de modo que si no morían durante el ataque, es probable que lo hicieran consecuentemente. A pesar de su distintiva estructura bocal, este gigantesco allosauroide parece compartir muchos rasgos con los carcarodontosáuridos. El Acrocanthosaurio posee un esqueleto similar al de los allosáuridos más comunes, pero muchas de sus características craneales y estructurales parecen asociarse más a estos gigantes que posteriormente se convirtieron en los depredadores dominantes del hemisferio sur. Debido a esto, se le considera un carcarodontosaurio primitivo. Como todo terópodo, el Acrocanthosaurio es bípedo y posee una cola larga y poderosa para balancear el cuerpo y la cabeza, manteniendo el centro de gravedad sobre las caderas. Una investigación basada en la estructura ósea de las patas traseras del Acrocanthosaurio reveló que esta criatura pudo haber corrido a velocidades de hasta 24.5 km/h. No obstante, se requiere más información para confirmar si realmente fue esa su velocidad máxima. Los brazos de este dinosaurio son más cortos y robustos que los de otros allosauroides. Además, un estudio realizado sobre la función y movimiento de los mismos dio a conocer la amplitud de la articulación y el ángulo máximo de apertura. En muchas articulaciones las cataduras óseas no se conectaban directamente, evidenciando una gran presencia de cartílago en las uniones, por lo que el rango de movimiento de los brazos era bastante limitado. No obstante, los miembros delanteros de este terópodo parecen haber sido sumamente fuertes y por consiguiente, armas formidables para cazar.

Descubrimiento y Hallazgos:
Los primeros restos de Acrocanthosaurio fueron encontrados en la formación Atoka en Oklahoma, a lo que debe su binomial, atokensis. En 1947, tras ser descubierto el nuevo terópodo, el paleontólogo Wann Langston hijo, de la Univeridad de Texas, le dio el nombre "Acracanthus atokaensis" en su estudio original, pero en la publicación formal de 1950, junto a su colega, John Willis Stovall, de la Universidad de Oklahoma, le cambió el nombre a “Acrocanthosaurus atokensis”. Ese mismo año, fueron descritos otros dos ejemplares incompletos que pasarían a conformar el holotipo y el paratipo del recién nombrado género. Sin embargo, no fue hasta la década de los 90s que se descubrieron los esqueletos más completos de este dinosaurio. El más impresionante, mejor preservado y mayor espécimen descubierto de Acrocanthosaurio fue hallado en la Formación de Antlers, Texas por coleccionistas privados. Éste presenta el único cráneo y brazo completo de la especie y el esqueleto está tan bien preservado, que los paleontólogos le dieron un apodo, “Fran”. Desde entonces, se han encontrado varios físiles de Acrocanthosaurio en diferentes partes de los Estados Unidos, incluyendo un diente hallado al sur de Arizona, marcas de dientes en huesos de saurópodos encontrados en la misma área, varios dientes recuperados en la Formación de Arundel de Maryland y una larga trayectoria de huellas de un tipo de terópodo de gran tamaño, encontradas en el Río Paluxy, en Texas, junto a las de un grupo de saurópodos, han sido asignadas al género. Todo esto parece indicar que este animal pudo haberse distribuido hasta el extremo este de Norteamérica, pero de igual manera, es posible que varios de estos fósiles hayan sido erróneamente clasificados.

Hábitat:
Hace aproximadamente 115 millones de años A.C, el sur de Norteamérica era predominante en pantanos y bosques húmedos. La mayoría de estas zonas pantanosas confluían en el mar que se estaba abriendo paso a través del continente y que en pocos millones de años formarían el Mar Interior Occidental. También era fácil encontrar planicies inundables y gran cantidad de espacios abiertos por donde transitaban manadas de enormes saurópodos. En este mundo húmedo, el Acrocanthosaurio cazaba supremo. Casi todo lo que lo rodeaba era una presa potencial, pues incluso carnívoros pequeños como el Deinonycus podrían considerarse parte del menú. En estas tierras pantanosas también eran comunes los ornitópodos como el Tenontosaurio y el Protohadros y los gigantes saurópodos como el Pleurocoelus, el Paluxysaurio y el colosal Sauroposeidón.

Comportamiento:
Las huellas encontradas en el río Paluxy, en Texas parecen pertenecer a varios individuos. De confirmarse ser pertenecientes al Acrocanthosanrio (cosa que es probable debido a que es el único terópodo de gran tamaño que se conoce en la región donde fueron encontradas) es posible que este enorme carnívoro cazara en grupos de hasta tres o cuatro individuos, posiblemente. Este comportamiento social sería una táctica de caza eficaz cuando se está rodeado de presas potenciales tan grandes como los saurópodos que compartían su entorno, aunque es probable que sólo depredaran en entes inmaduros o que no alcanzaran un tamaño tan enorme como la mayoría de éstos. Dado que no se han encontrado fósiles de Acrocanthosaurios jóvenes, se desconoce la forma en que los adultos se relacionaban con sus crías. Mas debido a la falta de fósiles, hay quien piensa que este terópodo pudo haber adoptado un comportamiento caníbal y que diera caza a los individuos más pequeños.